La sensibilidad del vestuario en “Las horas”

“Las Horas” Trata sobre una historia que tiene lugar en el transcurso de un mismo día; trata sobre tres mujeres en diferentes épocas y generaciones, cuyas vidas se conectan a través de la novela de Virginia Woolf Mrs. Dalloway. Nicole Kidman encarna a Virginia Woolf en 1923, mientras escribía Mrs. Dalloway, Julianne Moore es Laura Brown, una esposa infeliz que lee el libro en el año 1951, y Meryl Streep interpreta a Clarissa Vaughan, una editora homosexual neoyorquina, una Mrs. Dalloway moderna que cuida de un amigo escritor en etapas avanzadas del sida y ha decidido prepararle una fiesta.



Enfoca las vidas de tres mujeres en busca de sentido en sus vidas. A pesar de vivir en épocas diferentes están unidas por sus anhelos y sus miedos. Aparecen temas que conectan las tres historias: como el suicidio, el lesbianismo y la lectura.

El destino de las estas mujeres está unido de alguna manera incierta: las tres sin interactuar guardan una relación psicológica y emocional que se refleja a través de la simbología del vestuario, las flores cumplen un papel significativo a lo largo de la película, esto se da a conocer desde el comienzo: las tres visten un pijama con alguna estampa o bordado floral y también se presenta como conector el color blanco de las sábanas.

La paleta de colores van desde los colores tierra, principalmente el beige que se contrasta con diferentes tonalidades de azul, y también se le suma la utilización de los colorados. Además del blanco y el negro.

El vestuario de Virginia está situado en los años 20: vestidos que pasan la rodilla, con cinturas largas, sueltos, que hasta parecen grandes para ella y que en algunas ocasiones se complementan con collares largos y sombreros, siempre con estampados de flores pequeñas o algún motivo de flor. También podemos observar el peinado “desprolijo” de Virginia, sumado a su maquillaje “a cara lavada”, muestra su angustia y como su enfermedad la lleva a plantearse interrogantes existencialistas durante toda la película.


La ciudad de California donde se desarrolla la segunda historia presenta colores vivos y sus personajes representan a una familia de clase media, tanto sus ropas como las paredes están llenas de texturas, siempre en presencia de las flores como protagonistas. Laura Brown viste cómo una ama de casa clásica de los años 50, con estampas de flores grandes, sumado a los accesorios y la cartera que utiliza en un momento.

Su estilo de vida hace que el espectador piense en un primer momento sobre “una vida perfecta” pero con el desarrollo de la película esto aparece como contradictorio, ya que este personaje vive una gran angustia interna.



La aparición del personaje de la vecina aparece como contraste: viste una falda ceñida a la cintura por debajo de la rodilla, complementándose con un corpiño armado que resalta aun más su figura, junto con los zapatos de taco. Como complemento este personaje tiene un juego de aros y collar de flores, un maquillaje que resalta sus ojos, labios rojos, cabello corto perfectamente peinado, todo este vestuario manifiesta una mujer con aires sofisticados que a pesar de estar enferma demuestra estar firme, y contrasta con la imagen del personaje de Laura, una ama de casa un tanto descuidada, que se encuentra muy angustiada por la enfermedad que su vecina le declara. Si bien la vecina en un momento determinado se quiebra, se recompone rápidamente adoptando una actitud “optimista” y a su vez “desinteresada”.

Cuando aparece el personaje de Laura al final de la película podemos ver que ya no viste con los mismos colores saturados del principio: tiene un saco de color verde musgo y un pañuelo blanco, esto se debe (mas allá del cambio notable de época) al contraste entre su antigua y actual vida, donde acaba de morir su hijo y donde le explica a Clarissa la angustia de haber abandonado a su hijo de pequeño.

En esta misma historia el niño está vestido con pijamas de texturas de color celeste que hace un paralelismo con la tercera historia donde él ya es adulto y está enfermo, en este caso tiene una bata con texturas semejantes a los pijamas de su infancia, que además son muy semejantes a la textura del vestido de su madre. El vestuario de Richard adulto refleja cierto grado de abandono, ya que los deseos del personaje es dejarse morir, y que posteriormente logra. La composición de este personaje desde su bata con el gorro junto con el bastón se completa con el lugar donde vive: un departamento oscuro, desordenado, sucio, frío, cuando aparece Clarissa Vaughan lo limpia, lo ilumina y aparece una vez más con las flores que es el único detalle de color que se puede ver en esa escena.


La editora neoyorquina Clarissa Vaughan, una especie de moderna señora Dalloway, que está organizando una fiesta para Richard, al comienzo su ropa no resalta la figura de la mujer: camisetas sueltas, sacos grandes, y accesorios como anteojos y bufandas. Su novia, Sally, también refleja el poco interés por marcar su figura.

La hija de Clarissa aparece con ropa deportiva y con el pelo desprolijo, viste un pullover azul, pantalón holgado verde y zapatillas. El punto de conexión con las otras dos historias son las flores que se muestran en el delantal de Clarissa así como también el pijama blanco que viste al principio. Presenta como complemento aros y pulseras.

Las tres historias tienen un punto de giro en su día donde su vestuario también refleja el cambio: Virginia utiliza marrones con estampados, telas pesadas y sombrero grande. A Clarissa la podemos ver antes de la muerte de Richard vestida de negro con un pañuelo de color cálido como una forma de anticipar el luto.

Todas tienen personajes que ayudan a contrastar con sus características físicas y su apariencia: Virginia con su hermana y su sobrina, Laura con su vecina, y Clarissa con Richard.

Finalmente hay que resaltar la repetición de la temática de las flores que se repite constantemente en la película, que nos refiere a un trasfondo psicológico en el cual nos muestra la complejidad y la sensibilidad del mundo femenino, y que en las tres historias las protagonistas tienen vías de escape en actividades cotidianas: como la literatura, hacer un pastel o simplemente ir a comprar flores.



Texto: Maria Belén Robeda
Vestuarista: Ann Roth
Director: Daldry
Imágenes: google